De vez en cuando, un eclipse como el lunar total que tuvo lugar esta madrugada del 14 de marzo en Norteamérica y la mayoría de Sudamérica, cambia el rumbo de eventos históricos cruciales, para bien y para mal.
En una de las primeras novelas extensamente leídas sobre los viajes en el tiempo, publicada en 1889, Mark Twain escribió sobre un hombre cuya vida fue salvada por un eclipse.
En el libro de Twain “Un yanqui en la corte del Rey Arturo”, el protagonista Hank Morgan queda inconsciente y despierta en la Inglaterra del siglo VI.
Hank pronto se encuentra en aprietos y es condenado a morir quemado en la hoguera.
Cristóbal Colón una vez hizo algo similar y eso pudo haberle salvado la vida.
De hecho, a lo largo de la historia, varios eclipses han ocurrido en momentos cruciales, influenciando las decisiones de las personas, cambiando el resultado de batallas e incluso transformando lo que alguna vez creíamos sobre la naturaleza del universo.
Los eclipses han influido en la humanidad de muchas maneras, convirtiéndose en parte de innumerables culturas, sistemas de creencias y mitologías.
A lo largo de los siglos, las personas han asociado estos eventos cósmicos con dioses, fuerzas trascendentales, demonios y una sorprendente variedad de animales.
En Asia occidental, por ejemplo, se veía como un dragón devorando el Sol; en Perú, como un puma. Algunos nativos americanos hablaban de un oso hambriento y los vikingos veían a un par de lobos celestiales.
Pero, en ocasiones, un eclipse realmente puede cambiar el rumbo de eventos históricos.
Uno de los ejemplos más antiguos conocidos de un eclipse que provocase un cambio sucedió durante una batalla hace más de 2.000 años, según explica el escritor Mark Littmann, de la Universidad de Tennessee, quien coescribió el libro “Totality”.
En un escrito del año 430 a.C., el historiador griego Heródoto relató una guerra entre los lidios, quienes ocupaban regiones de la actual Turquía, y los medos, un antiguo pueblo iraní.
Después de seis años de lucha, con empates, victorias y derrotas a ambos lados, los oponentes se encontraron nuevamente.
Sin embargo, esta vez, “el día se convirtió de repente en noche”, escribió Heródoto.
“Los medos y los lidios, cuando observaron el cambio, dejaron de luchar y estuvieron ansiosos por llegar a un acuerdo de paz”.
En el siglo XIX, los astrónomos determinaron que Heródoto debió estar describiendo el eclipse solar del 28 de mayo del 585 a.C., según afirma Littman. (BBC)