23 de abril: hoy es el Día Mundial del Idioma Español. Si por la primera impresión de la imagen crees que sólo celebro con un chiste mi condición (y orgullo) de hispano hablante, te equivocas.
Este meme contiene -aunque no lo dice- la idea de los errores más frecuentes de índole gramatical y que provocan ruidos en la comunicación.
No nos entendemos bien con palabras cuya significación no se corresponde con el contenido o la intención, cuando nos falta concordancia o cuando usamos mal los recursos de la expresión.
En caso de que olvidaras cómo se clasifican los errores, te lo recuerdo: están los de tipo léxico, los morfológicos y los sintácticos, justo donde entran los tiempos verbales en la diana del meme en cuestión.
También esta imagen de chucho con “las últimas tres neuronas” a mí me hace pensar en nuestro sentido del humor y por tanto me destaca nuestra zona geográfica porque gracias a América, España logró la unidad lingüística con el castellano como idioma oficial, aunque las palabras sean inestables en el uso social e incluso aunque cambie en una misma palabra la connotación.
Quiero compartir puntos de vista de un diálogo reciente con Cira Romero, miembro de la Academia Cubana de la Lengua. A ella le sigue sonando mal “aperturar”, ya aceptada por la Real Academia de la Lengua. A mí tampoco me gusta e igual coincido con su opinión de no “blandir machete” para defender todo lo que dice la RAE, porque la Academia también se equivoca.
“Sí, hay un deterioro de la lengua en Cuba. ¿Cómo se cura eso? No lo sé. ¿Lecturas? ¿Leemos más, leemos menos? No puedo afirmar ni una cosa ni la otra. No me opongo al libro digital. Tengo uno ya publicado, pero dudo mucho que estén leyendo literatura cuando veo jóvenes con el teléfono sentados en la calle, porque terminó la hora de la clase y van al parque. Tengo mis reservas”, señaló Cira.
Su criterio me lleva a Miguel de Cervantes, quien murió el 23 de abril de 1616. En su honor fue institucionalizado este día mundial. Especulando un poquito, si Cervantes viviera, aquí y ahora sentenciaría otra vez: “Es tan ligera la lengua como el pensamiento, y si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”.
No podemos negar que para nosotros, los latinoamericanos y caribeños unidos con este idioma en común, ha sido una herramienta de integración, resistencia y búsqueda constante de la identidad cultural. Con sus claves forjamos la conciencia del español, con la tradición de la ruptura y la ruptura de la tradición, según Octavio Paz.
Cierro esta nota con mi gratitud para mis maestras y profesores por enseñarme a amar la lengua materna. También agradezco a quienes hacen del arte de la escritura en español un reino precioso donde podemos construir y habitar todos los mundos posibles. (Por Yanetsy León González/ Adelante)