El poeta Gabriel Chávez Casazola versa desde la autoconciencia de fugacidad y el afán de trascendencia.

Una mariposa de tinta se ha posado en la espalda de esa muchacha. / Una mariposa de tinta que durará más que la lozanía de la piel donde habita. / Cuando la muchacha sea una anciana, allí estará, joven aún, la mariposa. / ¿Cómo se verá la espalda de la muchacha cuando la lozanía de su piel haya pasado? / ¿Cómo se verá la muchacha que ahora ilumina la verdulería, como una fruta más para mi mano?

En la contraportada, ese fragmento del poema Tatuajes funciona como eficaz anzuelo para quienes recorren las librerías sin atender a aquellos títulos cuyos autores desconocen; lo que unido al sello de Ediciones Matanzas, con su bien ganado prestigio en el ámbito de la poesía, asegura el interés de Cámara de Niebla, antología personal de Gabriel Chávez Casazola (Sucre, 1972).

Más de 40 textos del poeta, ensayista y periodista boliviano, reunidos en este volumen de 2018, nos acercan a la capacidad de su autor para hallar lo poético, tanto en los pequeños sucesos domésticos como en los grandes misterios del universo.

En ese afán propio de poetas por «atrapar el resplandor de las estrellas», Chávez Casazola deja traslucir una honda fe por lo humano, pero sin grandilocuencias ni delirios: …el accidente, el dolor, la muerte, el sinsentido, la catástrofe, / por más que nos aplasten / o aplasten a quienes más cerca se encuentren de nosotros / no pueden apagar la sed de infinito / que nos aqueja desde el principio, la sed de luz / que saciamos en los abrevaderos de la dicha, aun cuando se encuentren situados / en los estanques mismos donde nos desmoronó el sufrimiento. (Lucas 13:4)

Con un lenguaje claro, imágenes fáciles de comprender, y altura lírica, el poeta defiende la memoria, ese «tenue envejecer de la verdad», y nos confronta con realidades inobjetables, si las pensamos bien: todas las casas del hombre / son una mansión, todas las mansiones del hombre una cabaña.

Bien vale el método de los editores, y dejar que la obra de Gabriel hable por él, con poemas tan sutiles y conmovedores como Una rendija:

Y tomando barro de la acequia / el niño formó cinco pajarillos cuando nadie lo veía. // Se alisó entonces el cabello que le cubría la frente / tomó aire /sopló suavemente sobre ellos // y echaron a volar.

Hay en estas páginas múltiples abrevaderos para la dicha, más si sabemos que la belleza no está en el mundo por sí misma y para sí: La belleza del mundo está en los ojos de los habitantes del mundo, en la mente de los habitantes del mundo, en todos los sentidos de los habitantes del mundo / pues no hay olor sabor textura ni trinos de gorrión / ni cálices de nieve / sino aquel que puede maravillarse en ellos (No). Cámara de Niebla invita a ejercitar esos sentidos. (Granma)