En 1623, el físico italiano Galileo Galilei tuvo una idea que habría de cambiar la historia de la ciencia: se dedicó a observar durante todo un verano el Sol con un telescopio.
Esta genial ocurrencia le permitió deducir que el astro rey no era una esfera perfecta, sino que presentaba manchas que se movían con el tiempo.
Galileo descubrió también los cráteres en la superficie de la Luna, dio nombre a los cuatro satélites principales de Júpiter (Europa, Io, Ganímedes y Calixto) e intuyó que Saturno tenía anillos.
La utilización del telescopio (un instrumento que ya se conocía previamente, pero que nunca se había usado para observar el cielo) abrió nuevas e ilusionantes perspectivas.
Desde entonces, los astrónomos y astrónomas se han empeñado en diseñar instrumentos que nos permitan ir cada vez más allá en nuestra concepción del cosmos. Un telescopio más grande es capaz de captar más cantidad de luz, y por tanto, de llegar más lejos. (BBC)